La semana pasada volví a mi instituto, donde he pasado los dos últimos años de mi vida estudiando bachillerato. La ESO y primaria la hice en un colegio concertado-privado, pero no me gustaba estar allí, ni la gente, ni los profesores ni nada de nada.
Por eso cuando me gradué de cuarto tenía muchisimas ganas de salir de aquél colegio donde había estado los últimos trece años de mi vida entre profesores de derechas y monjas que tiraban de las orejas cuando según ellas "eran necesario" o te dejaban encerrado en un cuartito con llave hasta que tu madre iba a por ti.
En mi nueva clase de bachillerato encontré gente simpática, profesores que nos trataban bien y sobre todo dejar atrás las odiadas matemáticas y centrarme en las letras, que es lo que siempre me ha gustado: la historia, el latín el griego etc...todo lo que siempre, ademas de gustarme se me había dado bien, porque aunque ahora esté en una carrera de ciencias sociales, como es trabajo social, siempre he sido y seré de humanidades y me gusta la historia, la lengua, el arte...
Esta historia empieza el viernes de mi primera semana de universidad cuando volví a mi pueblo y llegué de visita a ver a mis antiguos profesores...El profesor de francés (Felipe, nunca me ha dado clase, pero lonos conocemos ,simplemente de ir a un intercambio a Francia que el instituo organizó) me invitó a entrar y dar con él un clase de 1ª de eso y así lo hice fui profesora de Francés por una día...continuará
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